El Amor es fuerte como la muerte

El Amor es fuerte como la muerte
Homenaje a la vida de mi hijita mayor Fergy Purísima

domingo, 25 de junio de 2017

Aporte a una arqueología de las ideas y creencias de la amazonía peruana

Historia por contar del Juane de San Juan 

Parece ser insuficiente para las exigencias de una razón entrenada y critica, o tan solo verdaderamente curiosa, la versión popular, diríamos hasta canónica, de la relación entre la fiesta de San Juan, celebrada según la costumbre de la amazonía peruana y su representación gastronómica costumbrista más propia, esto es, "el Juane". Haciendo una breve, pero sustanciosa "arqueología de las creencias" de este fundamental retazo de la cosmovisión amazónica, caeremos en la cuenta, que se trata de un malentendido consistente en:

1. El santoral católico celebra el 24 de junio de cada año, no la muerte, cómo en los demás santos, sino excepcionalmente, el nacimiento de San Juan Bautista, solo de otro varón se celebra su nacimiento, el de nuestro Señor Jesucristo.

2. Siendo así, la tradicional relación que se establece entre el "Juane" y la cabeza decapitada de San Juan Bautista, producto de los cruentos y luctuosos hechos relatados en el evangelio de San Mateo 14, 3-11, es, por decir lo menos, impropio. Se debe reinterpretar tal relación consagrada por la tradición, ya no con relación a la muerte sino con el del nacimiento, con la vida.

3. Otro elemento crucial para arreglar este mal armado rompecabezas es la celebración precristiana de fondo, esto es, la de los solsticios, el que viene a cuento, el del 21 de Junio, que para los boreales (habitantes del hemisferio norte) corresponde con el inicio del verano, mientras que para los australes (habitantes del hemisferio sur) corresponde con el inicio del invierno. Para los boreales es la celebración del inicio del período menguante del sol, pues a partir del 21 de junio los días gradualmente comienzan a acortarse y las noches a alargarse. En cambio, para los australes, nosotros, es exactamente lo contrario, celebramos el inicio del período germinal o naciente del sol, cuando los días progresivamente se hacen más largos que las noches. Y si a alguien se le ocurriera pensar que es una excentricidad relacionar un evento astronómico con una celebración religiosa, diremos que no somos los primeros, ya que sobre exactamente el mismo tema decía San Agustín (desde la perspectiva boreal): "Juan nació en el día de hoy, fecha en que comienzan a disminuir los días; Cristo nació el 25 de diciembre, fecha a partir de la cual comienzan a crecer." (El nacimiento de Juan y el Cristo, Sermón 287, 4).

4. En consecuencia, el sentido boreal del símbolo religioso de la fiesta de San Juan para nosotros los australes, perdería su fuerza, diríamos cósmica, habrá que redescubrir entonces uno propio. Empecemos por el significado que para los pueblos originarios australes tiene el solsticio de invierno del 21 de junio, especialmente del que nos es más cercano, el que los historiadores llaman horizonte tardío, es decir, el correspondiente al imperio inca, según testimonio de los cronistas, Inca Garcilaso de la Vega y Huamán Poma de Ayala , en estas fechas se celebraba el Wawa Inti Raymi, esto es, la fiesta del sol naciente o sol bebé. Ya sabemos que el incanato devino en un Estado teocrático, donde el inca terminó siendo considerado el hijo del sol, del dios Inti.

5. Por tanto, siendo que la comprensión de la cosmogonía solar incaica coincidía en su "calendario" agrícola con el de la preparación, roturación, distribución de las tierras cultivables, etc. Y habiendo una analogía morfológica entre los cultivos más característicos del incario, la papa y el maíz, con el Juane, en cuanto a la forma esferoide del primero similar a la del sol, y al hecho que las mazorcas de maíz tienen varias capas a modo de envolturas. Y ambos a la vez representan madurez, incluso muerte exterior, pero al mismo tiempo la vida futura en cuanto semilla, y esto podemos generalizarlo a todos los alimentos vegetales que también son semillas de una nueva generación, aun cuando la vida latente no se muestre sino a través de la manifestación más inerte y pequeña de ella. Es la manifestación exterior de la muerte que lleva escondida en su seno a la vida, con todo su poder y gloria.

6. En consecuencia, el Juane propiamente representaría la semilla primordial de la vida, vida que solo en apariencia, en cuanto está envuelta y oculta a la mirada cotidiana (burocratizada, mecanizada, económica y socialmente normalizada), cotidianidad que se muestra miope e incapaz de penetrar la aparentemente muerta e inerte envoltura. Por otra parte, entre los pueblos originarios de la amazonía peruana, existe una técnica para retrasar la descomposición de los alimentos que se llevan en largos viajes por los ríos, llamado "huanar" , que consiste en semicocer alimentos envueltos en hojas, sobre todo de bijao, pues estas transfieren su particular aroma y sabor al contenido que envuelve. Por cercanía fonética y características ya mencionadas, "huane" puede derivar muy bien a "juane", sin mayores problemas.

Finalmente, para mirar más allá de la inerte envoltura, hay que dejar de girar como parte de la noria meramente utilitarista y biologicista de la vida, hay que situarse en el ámbito de lo sagrado, esto es, de la fiesta como actividad no utilitaria, y que complementa la naturaleza biológica-gregaria, del ser humano; por eso parte del ritual sanjuanino es la huida a la naturaleza, el paseo y el baño en las fuentes de agua naturales a las afueras de la ciudad, es signo de recreación y renovación de la vida.

El Juane sería así un extraordinario centro en el que simbólicamente concurren la presencia germinal tanto del sol naciente, cómo la escondida vitalidad de la semilla, semilla que solo puede fructificar y dar vida en la actitud sagrada que suspende el mecanicismo de la vida. El Juane deja de ser así el simbólico recuerdo de una muerte injusta y cruenta, que no justificaría el espíritu festivo y de jolgorio que caracteriza su contexto conmemorativo, para representar más bien la semilla de la vida, natural y humana, preñada de promesas de satisfacción y armonía, en suma, de felicidad plena, por lo mismo, tal vez, incluso de vida eterna.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Filosofía y Cosmovisión Amazónica I

Reflexión propia presentada como ponencia final del Seminario Internacional de Filosofía y Cosmovisión Amazónica

INTERCULTURALIDAD Y FILOSOFÍA

Empecemos por preguntarnos algunos aspectos de los dos elementos de nuestro título: ¿Tienen alguna relación?, si lo tienen ¿de qué clase es?, ¿de inclusión?, ¿de oposición?, ¿de causa y efecto?, ¿de razón suficiente?, ¿de fundamentación?, y todos estos aspectos ¿solo a nivel conceptual o también a nivel histórico?

La "interculturalidad", ¿es una categoría propia de un ámbito cultural en particular?, para nuestro caso, del Occidente de raíz cristiana y de frutos hodiernos laicistas. O, ¿podemos plausiblemente probar, ya la existencia de una práctica social intercultural, o por lo menos de su teorización como exigencia académica o jurídica, en algún otro ámbito cultural que pueda juzgarse como no occidental?

Las respuestas a nuestras interrogantes se irán despejando en la medida que vayamos explanando nuestros propios principios heurísticos y hermenéuticos, si comnenzáramos por suscribir el consenso general de los historiadores y de algunos que han filosofado la historia, podemos decir que la razón progresivamente desmitificadora ha alcanzado su cima con el ejercicio de la filosofía, de innegable impronta helénica. Pero se ha debido esperar a la filosofía moderna y a la desencantada posmodernidad actual para hacer plausible la determinación más clara de este ámbito inusitado que es "la interculturalidad".

Y esto es necesariamente así, porque mientras las particulares cosmovisiones espirituales de las diversas comunidades humanas, sirven ciertamente como faros ineludibles de identidad, de pertenencia y definición del sentido general de las existencias individuales y colectivas, estos faros tienen la particularidad de hacer patentes los límites de "sus bordes externos" impostando lo difuso de ellas por una forzada y clara linea limítrofe. Mientras que el quehacer filosófico forzaría a romper estos pseudo-límites, en pos de una visión totalizadora y universalizante, omniabarcadora.

Debemos preguntarnos así mismo, si la actitud filosófica puede garantizar, y de qué modo, un ámbito histórico-político-social de realización eficaz de tal relación de interculturalidad. O mas bien su realización debe hacerse a partir de la derogación de ella, o de una forma histórica particular de ella. Algunos, a partir de una interpretación posmoderna y sesgada de ella, proponen su abrogación y su reemplazo por una forma, diríamos "light" o edulcorada de ella, o finalmente su disolución en un panteismo inmanentista tipo "new age". Inmanentismo naturalista directamente contradictorio con muchos de los elementos de las cosmovisiones amazónicas en cuestión, que revelan una clara dirección de apertura a la trascendencia. Contradictorio, además, con la característica propia de las cosmovisiones amazónicas de difuminar las fronteras entre lo que, desde la perspectiva Occidental, interpretamos como natural y sobrenatural, como profano y sagrado, como tiempo histórico o mítico-primordial.

Es necesario relievar que las cosmovisiones amazónicas o tradicionales en general no tienen vocación universalista como rasgo fundante, a excepción del cristianismo y quizás del Islam.

sábado, 18 de junio de 2011

Tesis de bachillerato de Filosofía