El Amor es fuerte como la muerte

El Amor es fuerte como la muerte
Homenaje a la vida de mi hijita mayor Fergy Purísima

viernes, 12 de junio de 2009

LA RENUNCIA DEL PODER, CONDICIÓN PREVIA DE LA LEGITIMIDAD DE SU EJERCICIO


El susurro de la justicia divina, nos llega a través de los siglos, sirviéndose de la sabiduría de algunos hombres y pueblos, que a modo de caja de resonancia mítica, nos transmiten el sutil pero consistente eco de la divina voz.

"Y así la ciudad nuestra y vuestra vivirá a la luz del día y no entre sueños, como viven ahora la mayor parte de ellas por obra de quienes luchan unos con otros por vanas sombras o se disputan el mando como si éste fuera algún gran bien. Mas la verdad es, creo yo, lo siguiente: la ciu­dad en que estén menos ansiosos por ser gobernantes quienes hayan de serlo, ésa ha de ser forzosamente la que viva mejor y con menos disensiones que ninguna; y la que tenga otra clase de gobernantes, de modo distinto." (PLATÓN. La República, 520c-d)

"-Pero ¿conoces -dije- otra vida que desprecie los car­gos políticos excepto la del verdadero filósofo?
-No, ¡por Zeus! -dijo.
-Ahora bien, no conviene que se dirijan al poder en calidad de amantes de él, pues, si lo hacen, lucharán con ellos otros pretendientes rivales." (PLATÓN. La República, 521b)


viernes, 5 de junio de 2009

¿LA ESENCIA DE LA DEMOCRACIA ES LA REPRESIÓN?

A través de este medio, deseo manifestar mi más absoluto rechazo a las acciones ilegitimas de este gobierno aprista, al ordenar a la policia reprimir, mediante el uso de la fuerza armada, a los nativos amazónicos, quienes cansados de ser burlados por la maquinaria burocrática de este Estado pretendidamente democrático y moderno, cuya última acción excluidora y negadora fue postergar ilegítimamente la acción legislativa que estaba destinada a tratar la derogatoria o la modificación de las leyes que írritamente el poder ejecutivo emitió con la finalidad de articular el andamiaje jurídico que facilite el expolio neoliberal de los recusos naturales que se encuentran en ámbitos geográficos que ancestralmente, antes de la imposición histórica de este modelo occidental de fallido Estado moderno, han poseido como fundamento de su medio ecológico de vida.

La miopía de un Estado que pretende ser moderno, pero que en la práctica se muestra incapaz de reconocer la legitimidad de la existencia de un modo de vida ajeno a los cánones fundamentalistas de una modernidad que se asume como PENSAMIENTO ÚNICO, en cuanto desempeña solo una función ideológica al servicio de la conservación de las asimetrías en la distribución de los beneficios de un sistema, cuyo corazón es cainita: soy yo guardían de mi hermano, y cuya única justificación para su predominio se ha mostrado como una colosal mentira. La pretendida eficiencia sin par, que se adjudicaba un determinado orden económico, el capitalista, para garantizar el bienestar material y la sobrevivencia de la especie, se ha mostrado con total y absoluta evidencia como burda propaganda ideológica, expuestas sus entrañas hedonistas, egolátricas y por último con una inexorable pulsión de muerte, que está llevando a cambios climático-ambientales globales cuyas consecuencias comprometen gravemente el futuro inmediato de la especie humana. No pueden, encima vanagloriarse y propagandizarse como el cúlmen de la cultura humana. Resultaría que lo más que habríamos podido conseguir en 3o millones de años (desde los ancestrales dryopithecus) es una cultura con vocación al suicidio colectivo, mediante el uso de la última y más eficaz tecnología de punta que la ciencia ancillae denari puede proporcionar.

No, fatuos miopes cratólatras, del imperio coyunturalmente yanqui, propagadores de la american way of life; pseudo liberales que abdicáis de la vida anormalizable de un verdadero intelectual y filósofo, que han hipotecado sus dotes intelectuales por los beneficios del sistema, traicionando la esencia del quehacer filosófico, que nace de un sentimiento profundo de insatisfacción frente a lo habitual, a lo constituido, a lo establecido. Instalados, algunos, en las entrañas del Leviatán global, a modo de parásitos que se regodean en su festín de desechos y migajas, creen su deber, defender una globalización pretendidamente libre, producto de los ciegos e inexorables designios del mercado, paradójica y cínicamente dirigida para beneficiar a unos miles en perjuicio de miles de millones.

Lo más patético es comprobar la identificación que hacen entre sus principios liberales y, un particular Estado y sociedad como la consumación los mismos, sustrayéndola de toda critica y autocrítica posible, alguien en otro blog, defiende la plausibilidad de un remedo de democracia al interior del país que lo hospeda, mientras cierra los ojos frente a lo que se manifiesta descarnadamente como la sistemática, totalitaria, ejecución del plan de imperio global que este Estado-Corporación tiene. Promover una profundización de la democracia solo para mi entorno social inmediato y, justificar la ejecución de una real politik totalitaria al exterior de la misma es absolutamente repugante.

Lo último exige la previa aceptación de una visión etnocéntrica, excluyente y, otra vez, condenada por ese mismo espíritu uniformizante, al empobrecimiento de las capacidades que solo una verdadera libertad puede garantizar, libertad que garantiza a su vez la supervivencia de la especie. Es simple, a menor variedad, dentro de una misma especie cultural, menos capacidad de respuesta frente a procesos naturales cada vez más fuertes, tanto en extensión como en intensidad. La superherramienta que se figuran es la ciencia, reconoce en las mentes más preclaras de sus realizadores, sus límites, intrínsecos a su propia naturaleza humana, amén de los metodológicos, para no hablar de su necesaria subordinación a principios éticos mínimos.

La represión basada en la intolerancia y la voluntad de no reconocer la calidad de ciudadano, que le asiste a los indígenas, y que los faculta a manifestar su inconformidad con estas leyes lesivas a sus ancestrales modos de vida, y que luego de haber recorrido la casi totalidad de los mecanismos institucionales de nuestra caricaturezca democracia, para hacerla efectiva, han sido burlados, ninguneados e invisibilizados por los inconfesables intereses del gobierno de turno y sus corifeos legislativos, así como por la inercia de una ciudadanía a la que le han robado sistemáticamente la capacidad de análisis crítico para evitar que le metan el dedo a la boca.

Bien ha llegado la hora de la disyunción hamletiana de ser o no ser, somos liberales de verdad o solo de gabinete, o solo de manera intermitente según convenga, exigimos la separación Iglesia-Estado, pero nos hacemos a los de la vista gorda frente a la perversión del Estado-Corporación, como un redivivo mercantilismo (disfrazado de neoliberalismo), y aun sacralizamos como un tabú intransgredible una visión interesada de la ciencia como actualmente autónoma de los intereses establecidos, por el esquema mental que reclama la racionalidad exclusiva para sí: Costo-Beneficio. Y al hacerlo solo servimos como mascarada ideológica de un orden social y global cada día mas injusto, excluyente, nihilista, que es capaz de la actitud de Caín frente a la pregunta de Dios por su hermano Abel, y que sufre de la pulsión de muerte manifestada por un narcisismo que solo la lleva a un autismo que nos arrastrará a todos al desastre no solo moral, sino como forma de vida.