El susurro de la justicia divina, nos llega a través de los siglos, sirviéndose de la sabiduría de algunos hombres y pueblos, que a modo de caja de resonancia mítica, nos transmiten el sutil pero consistente eco de la divina voz.
"Y así la ciudad nuestra y vuestra vivirá a la luz del día y no entre sueños, como viven ahora la mayor parte de ellas por obra de quienes luchan unos con otros por vanas sombras o se disputan el mando como si éste fuera algún gran bien. Mas la verdad es, creo yo, lo siguiente: la ciudad en que estén menos ansiosos por ser gobernantes quienes hayan de serlo, ésa ha de ser forzosamente la que viva mejor y con menos disensiones que ninguna; y la que tenga otra clase de gobernantes, de modo distinto." (PLATÓN. La República, 520c-d)
"-Pero ¿conoces -dije- otra vida que desprecie los cargos políticos excepto la del verdadero filósofo?
1 comentario:
Hola.
Estimado Julio. ¿Tú crees que Platón no estaba él mismo interesado en el poder? La historia de la filosofía nos demuestra lo contrario. Lo mismo puede decirse de Hobbes, Descartes, Maquiavelo, Leibniz o Heidegger, entre quienes más rápidamente vienen a mi mente.
¿Se deduce de esto que el filósofo es un ambicioso? ¿Están los no filósofos mejor preparados que los filósofos para -digamos- no ser ambiciosos? Piénsalo.
Un abrazo.
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